jueves, 15 de marzo de 2012

Carlos Eduardo Robledo Puch

Un asesino serial argentino cuyo apodado  es El Ángel Negro o El Ángel de la Muerte  




Robledo Puch se ganó el odio de toda una sociedad, que se indignó al conocer la historia de unos de los personajes más nefastos del país. El Ángel Negro o El Ángel de la Muerte. Bajo esos seudónimos figuraba en los diarios nacionales a principios de 1972.

Fue precisamente el 4 de febrero de ese año en que la Policía logró detenerlo para que luego la Justicia lo condenara a prisión por haber cometido diez homicidios calificados, un homicidio simple, una tentativa de homicidio, diecisiete robos, una violación, una tentativa de violación, un abuso deshonesto, dos raptos y dos hurtos.


Fue juzgado y condenado en 1980 a cadena perpetua por tiempo indeterminado, la pena máxima en Argentina. Sus últimas palabras ante el tribunal de la Sala 1ra de la Cámara de Apelaciones de San Isidro fueron "Esto fue un circo romano. Algún día voy a salir y los voy a matar a todos".

En la actualidad, Robledo Puch continúa privado de su libertad en un pabellón para homosexuales del penal de Sierra Chica. El 27 de mayo de 2008, luego de concedida la prisión domiciliaria al odontólogo Ricardo Barreda, Robledo Puch solicitó su libertad condicional, pero el juez que atendió su solicitud se la denegó por considerar que no se ha reformado de manera positiva en ningunos de los aspectos sociológicos necesarios para vivir en libertad, además de no poseer familiares directos que puedan contenerlo. Lo mismo ocurrió el 31 de agosto de 2011.

Crímenes y terror


El día 15 de marzo de 1971, Puch y su cómplice Jorge Ibáñez ingresaron al boliche Enamor (Espora 3285, Olivos), llevándose 350.000 pesos de la época. Antes de huir, Robledo Puch asesinó al dueño y al sereno del establecimiento con una pistola Ruby calibre 32 mientras dormían.


El 9 de mayo de 1971, a las cuatro de la mañana, Robledo Puch e Ibáñez ingresaron a un negocio de respuestos de automóviles Mercedes-Benz en Vicente López. Al entrar en una de las habitaciones, encontraron a una pareja y a su hijo recién nacido. Robledo Puch asesinó al hombre de un disparo e hirió a la mujer de la misma forma. Ibáñez intentó violar a la mujer herida -quien sobrevivió y posteriormente testificó en el juicio-. Antes de huir con 400.000 pesos, Robledo Puch disparó a la cuna donde lloraba un bebé de pocos meses, quien logró quedar con vida.


El siguiente 24 de mayo asesinaron al sereno de un supermercado en Olivos. Por lo menos en dos ocasiones, a mediados de junio de ese mismo año, Robledo Puch ejecutó en la ruta a dos jóvenes mujeres que habían sido abusadas sexualmente (una de ellas pudo evitar ser violada) por Ibáñez en el asiento trasero del automóvil de turno.


El día 5 de agosto, en circunstancias bastante dudosas, Ibáñez falleció luego de un accidente automovilístico. Robledo Puch, quien conducía el vehículo, huyó ileso de la escena luego del accidente. Hay quienes sospechan que en realidad se trató de un ajuste de cuentas.


Con la muerte de Ibáñez hubo un receso en la actividad delictiva de Robledo Puch, la cual retomó en noviembre de 1971 junto con su nuevo cómplice, Héctor Somoza. El 15 de ese mismo mes asaltaron un supermercado en Boulogne, acribillando al sereno con una pistola Astra Cádiz calibre 32 que obtuvieron pocos días antes en el robo a una armería. Dos días después de este hecho, el 17 de noviembre, irrumpieron en una concesionaria de autos y asesinaron al cuidador. Pasada una semana, fue el turno de otra concesionaria en Martínez, redujeron al sereno, le quitaron las llaves y robaron un millón de pesos. Robledo Puch lo remató de un disparo en la zona occipital del cráneo.






El 1 de febrero, Robledo Puch y Somoza ingresaron en una ferretería de Carupá. Asesinaron al vigilante e intentaron abrir con las llaves la caja de caudales. En una situación confusa donde aparentemente Robledo Puch se sobresaltó, asesinó de un disparo a Somoza. Intentando dificultar la tarea de reconocimiento por parte de los investigadores policiales, tomó un soplete y quemó la cara del cadáver de Somoza. Luego de abrir el cofre de caudales con el mismo soplete, recogió el botín y huyó de la escena.


Luego de una ola delictiva impresionante, fue detenido el 4 de febrero de 1972 al encontrar la cédula de identidad en el bolsillo del pantalón de Somoza. Recién había cumplido 20 años.

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